“La ira, el resentimiento y los celos no cambian el corazón de los otros, sólo cambian el tuyo”
Shannon L. Alder
En este post, voy a hablar sobre la importancia y el poder liberador del perdón. Para los que me conocen, saben que me gusta jugar mucho con las palabras y con el significado etimológico de ellas, porque creo que muchas veces, es en esta investigación y descubrimiento, donde las palabras que a menudo usamos, cobran un sentido más profundo.
De hecho, la misma etimología de la palabra etimología, significa “La cualidad de la verdad de una palabra” y hoy, comenzaré analizando y reflexionando sobre dos de ellas, RENCOR y PERDONAR.
La palabra Rencor, proviene del latín “Rancere”, que significa volverse o estar rancio, es muy interesante porque lo que esta palabra viene a decirnos, es que, cuando abrigamos en nuestro interior rencor por alguien, es como si de alguna manera, nuestro corazón se volviera un poco rancio.
Por otro lado, el significado etimológico de la palabra Perdonar, se compone del prefijo per-, que significa hasta el fin o completamente, y la palabra donar, que significa dar, es decir, que perdonar viene a ser algo así como dar completamente, y es que cuando perdonamos a alguien por lo que sentimos como un agravio, traición, etc. Los primeros beneficiados somos nosotros mismos, puesto que el perdón es el proceso por el que extraemos completamente ese veneno emocional que nos corroe, nos enferma y nos aleja de nuestro equilibrio y paz interior, hasta el punto de encerrarnos en una cárcel psicológica que mina nuestra calidad de vida. Tal y como lo expreso Buda “Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera”
De la importancia y el poder liberador del perdón, se lleva hablando desde hace siglos. Tal y como lo explica el doctor Wayne Dyer en su maravilloso libro “Tus zonas mágicas”, todos los maestros espirituales han hablado del perdón, y en ese libro, nos ofrece ejemplos desde la visión de varias religiones:
- Judaísmo: Lo más hermoso que puede hacer un hombre, es olvidar el mal.
- Cristianismo: Pedro se acercó entonces a él y le dijo:
- Señor, cuantas veces tendrá que pecar mi hermano contra mí, y yo perdonarlo. Acaso siete veces.
Y Jesús le dijo
- Te digo que no siete veces, sino setenta veces siete.
- Islam: Perdona al criado setenta veces al día.
- Sijismo: Allí donde hay perdón, está presente Dios.
- Taoísmo: Recompensa el agravio con bondad.
- Budismo: El odio jamás disminuye por el odio, solo disminuye por el AMOR. He aquí una ley eterna.
“He decidido apostar por el AMOR, el odio es una carga muy pesada”
Martin Luther King
Para los que les apetezca ponerlo en práctica, quiero compartirles un pequeño ritual de psicomagia para llevarlo a cabo. La psicomagia, es una técnica creada por Alejandro Jodorowski, que propone resolver conflictos psicológicos, a través de actos que nuestro inconsciente acepta como la realización simbólico-metafórica de la “solución” que buscábamos, sintiéndonos de esa manera liberados.
El ritual que te propongo es el de escribir una carta de perdón a alguien por el cual albergues rencor. Es muy importante tomar conciencia que este acto de perdonar, lo hacemos para nosotros mismos, porque perdonar nos libera de seguir llevando ese lastre emocional, y para ello, te invito a que recuerdes algún momento en el que tú fuiste perdonado por algo que dijiste o hiciste y cómo te hizo sentir ese acto.
La estructura de la carta es la siguiente:
- Escribe el nombre de esta persona y explica qué piensas sobre ella y cómo te hizo sentir aquello que dijo o que hizo.
- Relata cómo te hubiera gustado que se comportara y qué te hubiera gustado que te dijera.
- Lo perdonas, recordándote y recordándole que cada persona lo hace lo mejor que sabe y lo mejor que puede, y que cada ser humano actúa desde su nivel de In- o consciencia.
- Rompe y trocea la carta en pedazos muy pequeños, mézclala con abono, ponla en una pequeña maceta, planta la semilla de alguna flor o planta y ocúpate de cuidarla hasta que florezca, cómo metáfora de que el rencor se ha transformado en algo bello y precioso.
Ya para terminar, me gustaría compartir “La oración del estiércol” de Tim Guénard. Guénard, es un hombre muy reconocido por su historia personal, y un ejemplo de resiliencia y transformación. Entre otros sucesos, a los 3 años su madre le ató a un poste de la electricidad y lo abandona en medio del bosque. A los 5, su padre le propina una brutal paliza que lo desfigura, a los siete, entra en un orfanato y sufre maltrato institucional, a los doce, la fatalidad le arrastra al robo, la pelea y a la prostitución. Todas estas y más experiencias, son contadas en su libro “Más fuerte que el odio”, dónde relata sus vivencias y cómo logro transformar todo el odio y el rencor que sentía por los episodios traumáticos que había vivido. En ese libro, Guénard nos regala este maravilloso fragmento, con el que me gustaría acabar este post.
“Les cuento mi parábola preferida, la que me ha enseñado la vida: La oración del estiércol. Para hacer crecer hermosas flores en un jardín hace falta estiércol. Es nuestro pasado. Dios se vale de el para hacernos crecer. Cuando el cagajón sale del culo del caballo, está demasiado caliente, es demasiado ácido y demasiado pesado. Apesta, da asco. Si lo extiendes inmediatamente sobre las flores y sobre las semillas, las quema y las aplasta. Es preciso dejar reposar el estiércol, esperar a que seque, a que se descomponga lentamente. Con el tiempo se convierte en algo maleable, inodoro, ligero y fértil. Entonces da las flores más bellas y los brotes más hermosos. Dios se vale de nuestro pasado como si fuera estiércol para nuestras vidas. Para hacernos crecer”.